Arturo Pérez Reverte: ‘Oikofobia’: odiar la casa donde vives
Estoy en la terraza de un café de una ciudad del norte de Italia, y en media hora veo pasar a una docena de mujeres musulmanas con el rostro cubierto a excepción de los ojos. Unas llevan a niños de la mano y otras carritos de la compra, y viéndolas pienso en la fría fatalidad de la Historia, en que la transformación geopolítica de Europa viene hoy en patera, y en que las oleadas de inmigrantes son un irreversible factor de civilización. De un nuevo mundo que en nada se parece al otro. Pero, concluyo, advertirlo cuando se tiene una edad y una biblioteca no es dramático, ni terrible. La Historia está hecha de civilizaciones colapsadas, y no siempre se tiene el privilegio de asistir al ocaso de una.
Vaya por delante que Europa siempre fue un lugar mestizo donde las desgracias vinieron a menudo de los fanáticos del purismo de raza, religión, familia o tribu, y que quienes presumen de tener ocho apellidos limpios de polvo y paja fueron causa de muchos males y tragedias.