Hernán Pérez Loose: El espejo de Venezuela
Una tiranía como la de Maduro, Ortega o Putin no terminan generalmente por medio de elecciones. Es más, en esos y otros casos similares las votaciones sirven más bien para consolidar su poder, no para entregárselo a la oposición.
Algún mérito debe tener la democracia –y vaya que los tiene– para que, muchos dictadores, por muy feroces que sean, sientan la necesidad de someterse al ritual de convocar a elecciones cada cierto tiempo, a pesar de que no representan un riesgo para su existencia.
El fraude electoral en Venezuela fue descarado, ciertamente. La explicación que dieron para justificar la asombrosa demora en publicar el primer boletín con los resultados parciales –que simplemente el sistema había sido “hackeado”– fue tan ridícula como la que dieron hace unos meses con respecto a la escasez y cortes de energía eléctrica –que una iguana había mordido un cable de alta tensión y, además, que el país había sufrido una invasión “electromagnética”–.