Fabián Corral: ¿Cómo entender las circunstancias?
José Ortega y Gasset escribió, en 1914, aquello de que “yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo”. Esta sentencia, clara y categórica, hizo historia y persiste, hasta ahora, porque sintetiza, con ejemplar brevedad, la incuestionable conexión que hay entre el individuo concreto y el mundo en que le tocó vivir; entre la libertad como potestad personal y patrimonio moral, y el entorno en que se la ejerce, con las limitaciones y posibilidades que la sociedad y los hechos imponen. Alude también a la obligación moral de “salvar” lo que nos rodea, es decir, a la tarea de crear las condiciones para una vida mejor.
La libertad, por tanto, no es atributo que se ejerce desde la soledad ni desde un castillo de marfil, ni desde la abstracción de las ideas. No es potestad que existe sin considerar a los demás, ni a los hechos que nos determinan. No se ejerce la libertad ignorando la historia y el futuro y olvidando a los otros. Por eso, alguien escribió: “Para que uno sea libre, debe haber al menos dos”.