El día que el emperador de Japón leyó la rendición en la Segunda Guerra Mundial
Habló. Fue la primera vez como emperador de Japón, el número 124, desde que llegara al trono hacía ya casi veinte años, en diciembre de 1926. Ahora, su voz llegaba a los hogares japoneses, muchos ardían por los bombardeos aliados, a través de las radios; y al resto del Japón la voz del emperador Hirohito llegaba gracias a miles de parlantes instalados en las calles y plazas de todo el imperio.
Era la mañana del 15 de agosto de 1945 y la frágil voz del emperador, y lo que dijo, provocó cuatro o cinco hechos extraordinarios: decretó la rendición de Japón, puso fin a la Segunda Guerra Mundial al cancelar la guerra en el Pacífico, desató una oleada de suicidios entre oficiales y soldados de las fuerzas armadas japonesas incapaces de aceptar la derrota y en otros miles de civiles que lo consideraban una deidad enviada por el cielo para conducirlos.