Óscar Martínez: La fábula del Tigre y Honduras
A la luz de la reciente condena en Nueva York, puedo decir esto: hace 13 años, en julio de 2011, pedí a un narcotraficante que me llevara al municipio fronterizo gobernado por otro narcotraficante. Y me llevó.
Pero esta columna no va sobre las aventuras de un periodista, sino sobre un país donde, desde hace más de una década, se sabía quién era quién. Esta columna va de cómo luce un narcoestado: Honduras. Pero para explicarles esta fábula y llegar a su moraleja, por decirlo de alguna manera, debo contar aquel viaje.
En ese tiempo, yo cubría crimen organizado en Centroamérica. A la luz de la reciente condena en Nueva York, puedo decir esto: hace 13 años, en julio de 2011, pedí a un narcotraficante que me llevara al municipio fronterizo gobernado por otro narcotraficante. Y me llevó.
Pero esta columna no va sobre las aventuras de un periodista, sino sobre un país donde, desde hace más de una década, se sabía quién era quién. Esta columna va de cómo luce un narcoestado: Honduras. Pero para explicarles esta fábula y llegar a su moraleja, por decirlo de alguna manera, debo contar aquel viaje.
En ese tiempo, yo cubría crimen organizado en Centroamérica. Era obvio que tarde o temprano debía ir a Copán. Copán es el departamento hondureño donde terminaba aquello conocido en jerga judicial como «el corredor de la muerte”, la principal ruta de la cocaína del país.